La etapa del cine mudo abarca desde los inicios del cine (alrededor del 1890) hasta finales de los años 20, momento en el cual el cine sonoro comenzó a popularizarse tras el estreno de The Jazz Singer (1927), que incluía varias escenas con canciones y diálogos sincronizados.
El cine mudo está caracterizado por la ausencia de diálogos sincronizados con la imagen, esto no supone un obstáculo a la hora del visionado, ya que la información se comunica visualmente a través de las interpretaciones de los actores y la ayuda de intertítulos.

Todo se estaba inventando, las más de tres décadas que comprende esta etapa están llenas de experimentación, variedad de estilos e ilusión por descubrir todas las posibilidades del cine.
El color
Uno de los recursos con los que jugaba el cine mudo era el color, que se usaba no sólo por su valor estético, sino también como apoyo narrativo (p. ej. diferenciar la luz en los diferentes escenarios, era muy común usar un teñido amarillento para indicar luz en interiores y azul para noche). Se estima que más del 80% de las películas se proyectaban con algún tratamiento de color.


La gesta de reproducir colores que se ajustaran a la realidad pasó por muchas fases y encontró muchos obstáculos, pero en este artículo nos centraremos de forma general en las técnicas de coloreado más comunes que aplicaban el color tras el rodaje.
Sin embargo no podemos olvidarnos de que simultáneamente ya se estaban desarrollando métodos para capturar el color durante el propio rodaje. Entre ellos el que tuvo más éxito fue el Technicolor de dos colores (sólo capturaba los verdes y rojos), que se usó para dar color a escenas en películas tan reconocidas como Los diez mandamientos (1923) de Cecil B. DeMille.


Técnicas de coloreado
Coloreado a mano

El primer coloreado que se usó en el cine era puramente artesano, en grandes talleres especializados cientos de mujeres se encargaban de colorear las películas con pequeños pinceles, fotograma a fotograma. El trabajo era lento y tedioso.
A pesar de que en aquellos años la duración de las películas era muy reducida (solía ser menor de 15 minutos), un minuto de película podía tener cerca de 1000 fotogramas y a cada uno de ellos se le debía aplicar de 3 a 6 colores diferentes ¡y esto para cada copia de la película!
Además, el acabado no era perfecto, los colores no se aplicaban exactamente de la misma forma en cada fotograma, de modo que parecían bailar en la escena.
Todo esto hizo que pronto el coloreado a mano evolucionara al coloreado con plantillas, una forma más mecánica de trabajar.
Coloreado con plantillas


En esta técnica se usaban copias del rollo de película para crear plantillas, una por cada color. Cada plantilla se creaba recortando en el fotograma la zona de la imagen que se quería colorear, luego se colocaba sobre el fotograma y se coloreaba. De esta forma la plantilla enmascaraba la sección que no se quisiera manchar.

La técnica, además, fue mejorando con la creación de máquinas para el recorte y el coloreado, pero aún así fue perdiendo popularidad frente a técnicas más industrializables como el teñido y el virado.
Teñido y virado

Estas dos técnicas son probablemente las más populares de la época. Los fotogramas eran recortados y bañados en una solución colorante que interactuaba con las sales de la película, así toda la imagen se tintaba de un mismo color.
En el teñido (tinting en inglés) las partes más claras de la película aparecían coloreadas, mientras que en el virado (toning en inglés) aparecían coloreadas las más oscuras.
Mientras que los coloreados anteriores tenían como objetivo acercarse a la realidad, esta técnica se alejaba de eso y en su lugar pretendía recrear ambientes, enfatizar emociones, hacer asociaciones atmosféricas…

«¡Pero si el cine clásico es en blanco y negro!»
Con la llegada del sonido el color fue pasando de moda, en parte porque los colores aplicados tras el rodaje interferían con el sonido de la película (que estaba grabado junto a la imagen), en parte porque algunos consideraban el color como un efecto alienante, y en parte porque, sencillamente, era más barato filmar en blanco y negro.
Además, la mayoría de las películas mudas que conservamos en la actualidad están en blanco y negro. El motivo no es ningún misterio: en la vida de una película el color es uno de los primeros elementos que se deterioran, pudiendo llegar a desaparecer, y preservarlo no era rentable.
Hoy en día es imposible reproducir con exactitud los colores que se usaron en aquella época, a lo largo de los años ha habido mucho desconocimiento en este tema, del que se siguen haciendo descubrimientos. Pero cada vez más los restauradores se esfuerzan en que sus películas tengan los colores que mejor se aproximen a los originales, siempre que sea posible.
Por suerte, en la actualidad se está tomando conciencia de la importancia que tuvo el color en aquella época, y espero que este artículo nos ayude a recordar que el cine comenzó de la mano del color, con paciencia y un pequeño pincel.
Lo has hecho muy bien redactando el artículo, ha sido interesante leerlo de principio a final 😀
Gracias a ti he aprendido algo nuevo sobre el cine mudo (es un tema que se me escapa) y aquí lo has relatado de una forma que engancha, así que ¡¡¡mis felicitaciones!!! te animo a que sigas escribiendo en esta página y deleites a más personas con tus trabajos 🙂
¡Muchas gracias!